Aprovechando que el fin de semana contaba con dos días más por el Mawlid (aquí lo de hacer puentes al estilo español también es muy típico), organizamos un viaje a Soussa y Monastir.

¿Sabes esa sensación de cansancio mental por hablar continuamente en otro idioma que no es el tuyo? Pues imagínate 24 horas al día, 7 días a la semana pensando en tres idiomas diferentes: árabe, inglés y francés. Como comprenderéis, esto no me echó para atrás a la hora de irme de excursión.
Búsqueda express de hotel y de una forma de viaje, estudio rápido de las ciudades… y por fin llegó el día.
¿Cómo íbamos a viajar? Pues desde luego, no en el medio de transporte más seguro: en louage, un taxi de 9 plazas que nosotros ocupamos entero. El primer paso fue cruzar medio Túnez – que un poco más y llegamos andando a Soussa – para llegar a la nave donde podías comprar los tickets para viajar. Después, evitar a todos los taxistas que te gritaban: «¿¡Soussa, Soussa!?» y una vez con el ticket, buscar en la nave de Fast and Furious, el que nos correspondía.

El viaje fue de lo más gracioso y las miradas del taxista también. Imaginaos, un inglés, un griego, una española, un portugués y cuatro francesas, es como un chiste de estos malos que contamos en España, pero versión real. Y hablando nuestro propio dialecto: áraboanglofrancés.
Tras dos horas de camino a unas velocidades bastante por encima de lo permitido y sin cinturones, teníamos de coger un taxi hasta la Medina de la ciudad. Una aventura más que graciosa, ya que aquí las luces que indican si el taxi está disponible o no, van al contrario que en Europa, si está verde está ocupado y si la luz es roja, está libre. Ni confirmo ni desmiento que estuvimos alrededor de 20 minutos intentando parar un taxi con la luz verde.
Tras dejar las mochilas en el hotel, pusimos rumbo a tomar un té o un café y cenar. Y tras esto, una charla en nuestro propio dialecto en la azotea del hotel hablando de política, tema sencillo si lo haces en una lengua inventada (nótese la ironía).
Al día siguiente aprendimos que aquí los desayunos, sí o sí, son para compartir porque la cantidad es excesiva. Tras esto, comenzó la excursión en la que sin duda, caminamos mucho, pero que mereció la pena.

La primera parada, el Ribat de Soussa. Una fortaleza defensiva creada alrededor del año 755. Sin duda, mi lugar favorito. Puedes acceder a una torre desde la que ves toda la ciudad y el mar y desde dónde las fotos son alucinantes.

La siguiente parada era la Gran Mezquita de Soussa, pero tuvimos que conformarnos con ver el patio interior desde el Ribat, puesto que con la situación originada por el Covid-19 está cerrada a las visitas.

Así que continuamos andando y llegamos al Museo Arqueológico. Yo llevaba altas expectativas porque había leído en varios sitios que allí estaba en mosaico más grande de Medusa… y mentira no era, pero lo que era la Medusa, tamaño grande no tenía. Eso sí, posee un patio espectacular y enorme y con muy buena acústica, imaginaos, 8 personas dándose voces en un sitio en calma. Desde luego, muy europeo.

Otro de los sitios que visitamos fue el Museo Dar Essid. Se trata de una casa-palacio con varias dependencias (todas visitables). Lo que más nos llamó la atención es que en todas las habitaciones había una lampara de aceite destinada a las relaciones sexuales, que sólo cuando se encendía se podía practicar sexo y se debía practicar (has leído bien, se debía) desde que se encendía la mecha hasta que se acababa. Dato curioso que todos recordaremos, además de las risas que nos echamos entre broma y broma con la lámpara.
Parece ser que Port Kantaoui es una zona del puerto que antes de la pandemia era un reclamo turístico, aunque en la actualidad no hay mucha gente. Aquí vivimos nuestra primera estafa. Como buena española que soy, junto al griego (Angelos) y al inglés (Josh), pedimos unas cervezas. Nada más verlas supimos que no tenían alcohol. Hasta la Cruzcampo es mejor que lo que nos sirvieron, así que imaginaos. Los más indignados: Angelos y yo, ¿de verdad a dos mediterráneos que casi desayunan cerveza nos la iban a colar? Y tanto que sí. Y obviamente, la pagamos como si tuviera alcohol. Pero el mejor momento de la noche fue cuando fuimos a un pequeño parque de atracciones y estaba disponible para nosotros en exclusiva. No sabéis lo bien que nos lo pasamos en los coches de choque y tratando de que el resto aprendieran algo de español. Tranquilos, lo más importante de nuestro idioma, ya lo dominan.
Regresar al hotel fue más fácil sabiendo que taxi parar y, una vez allí tocaba descansar, al día siguiente había que coger las mochilas y poner rumbo a Monastir.